
Por Alicia Kirchner.
Asumimos  como valor fundamental a la democracia en su sentido más amplio y  profundo, entendiendo que no solamente se articula en lo político, sino  que en el ejercicio de la política esencialmente se extiende en lo  económico para el desarrollo humano. En tal sentido Cristina Fernández  de Kirchner, marcó claramente un objetivo en relación a la democracia  económica, cuando dijo que los trabajadores deben participar del 50% de  la renta nacional Argentina, tal como participaron a mediados del siglo  pasado.
En ese camino se han tomado variadas medidas políticas y  sociales, que buscan alcanzarlo. Pero lo más interesante, es que el  pueblo Argentino, volvió a discutir dos temas centrales que hacen a la  vida económica de nuestro país, renta agraria extraordinaria y la  ganancia empresaria. En el primer tema, la discusión en relación a la  resolución 125 del Ministerio de Economía, fue un claro ejemplo de  debate de renta agraria, allí el Congreso no aprobó dicha resolución,  pero en el decurso del tiempo se ratificó el rumbo de nuestro proyecto  político en relación a su profundización. También se manifestó la  visualización clara de los dos proyectos de país en disputa, y la  identificación precisa de los actores políticos, económicos, y los  medios de comunicación que los sostenían. En esta discusión podemos  decir que comienza a cristalizarse y visualizarse la participación  masiva en la política por parte del pueblo en general y en particular de  nuestra juventud. Esa juventud es hoy militante, soñadora, activa,  solidaria e interviene nuevamente para transformar la realidad del país.
Por  eso el debate de la política económica es central, y sirve para  construir democracia y soberanía. Este gobierno ha puesto en la agenda  política a la distribución de la riqueza y los ingresos, pero en ese  debate, que mejor podríamos calificar como “batalla”, los grupos  concentrados económicos intentan hegemonizar la opinión publica, a  través de sus propios medios de comunicación, con un discurso que asocia  cualquier incremento de salarios al posible aumento de la inflación; y  paralelamente que el responsable del incremento de precios es el  Gobierno. Ese camino es acompañado también por consultoras privadas  formadoras de deformaciones construidas desde el análisis de dimensiones  especialmente elegidas según los resultados que necesitan demostrar.
Comencemos  a llamar a las cosas por su nombre. El Estado hoy se pone a la cabeza  de las políticas públicas. El modelo neoliberal quiere un Estado  desprestigiado, mínimo, de eso ya bastante sabemos los argentinos. El  incremento de los salarios no determina el aumento generalizado en el  nivel de precios (inflación), el denominado “costo laboral” es ínfimo  con relación al costo de los insumos. Los que determinan el nivel de  precios son algunos empresarios, y como la estructura económica en casi  toda su cadena se encuentra concentrada y monopolizada, producto del  modelo neoliberal impuesto durante la dictadura militar de 1976, parte  de ese empresariado se constituye en formador de precio. Ahora bien,  dada esta realidad económica, el empresario-formador de precio dispone  incrementar los precios más que proporcionalmente al incremento de  salarios y la rentabilidad media del sector, obteniendo ganancias  extraordinarias, derivando en algunas oportunidades en escalas  inflacionarias; sobre todo en aquellos productos que tienen una demanda  inelástica como correctamente lo caracterizo nuestra presidenta Cristina  Fernández de Kirchner. Esto es absolutamente visible. Además de los  precios estacionales, cada vez que se acerca la discusión de las  paritarias, los empresarios aumentan los precios “por las dudas para  cubrirse”, según dicen.
En síntesis la inflación no la generan los  trabajadores a través de sus salarios, menos aun el Estado Nacional,  sino el capital concentrado monopólico en sus diferentes estadios de la  cadena de extracción, producción y comercialización.
Ante este  escenario, nuestro gobierno nacional, mantiene la firme convicción de  democratizar nuestra economía, y avanzar en procesos de desconcentración  económica, que eviten la distorsión de precios que deriven en  apropiación extraordinaria de ganancias para algunos sectores  monopólicos de la economía argentina vinculados al capital trasnacional.
Es  pertinente y oportuno clarificar quienes son los formadores de precios  en nuestro país ya que nos permitirá también comprender a que modelo de  país apuestan y como y porque actúan corporativamente en relación a  intereses comunes. La mejor forma de caracterizarlos es definirlos en  términos de alianza social compuesta por la oligarquía terrateniente  vinculada a los agro-negocios y el sector financiero, la cadena  agroindustrial, el capital trasnacional invertido en la industria pesada  y el complejo monopólico mediático. Es en el seno de esta alianza  social donde reside el poder económico hegemónico, concentrador de la  ganancia empresarial, y la consecuente formación de precios. Responde al  modelo neoliberal y pretende formarnos culturalmente formando nuestra  opinión publica, deformando nuestra conciencia nacional y popular, algo  tan simple como deformar precios para formar un país sectario y  excluyente. Por otro lado y como expresión del proyecto nacional y  popular encontramos la segunda alianza social compuesta por el Estado  Argentino, movimiento obrero organizado, movimiento cooperativo y  mutual, y las fracciones del capital nacional de las pequeñas y medianas  empresas.
Es sobre esas dos alianzas sociales donde nuestra  presidenta despliega políticas económicas con objetivos de justicia  social y soberanía económica, construyendo los caminos y los espacios  políticos institucionales para discutir un modelo de desarrollo con  inclusión de forma de democrática y no de forma violenta como ha  ocurrido en nuestra historia reciente.
Así vemos como se  despliegan diversas estrategias, que operan sobre la primera alianza  social, como fue el ultimo anuncio de la presidenta en relación a  acuerdos de cooperación para el desarrollo de mercados concentradores  regionales, mecanismos que se orientan a atenuar la dispersión,  disminuir la distorsión y evitar el aprovechamiento por parte de  determinados grupos de poder en la comercialización de productos  alimenticios básicos y mejorar el poder adquisitivo del salario.
Si  nos detenemos en la segunda alianza social, vemos que nuestro gobierno,  asumió en 2003 que el Estado debía ser fuerte, activo y debía  intervenir en la economía, consolidando el mercado interno y  garantizando la demanda agregada.
Esta segunda alianza, representa  los intereses de las mayorías populares, pero requiere su  profundización con compromiso, conciencia, movilización y mucha  participación social y política por parte del pueblo Argentino. Por  experiencia histórica nuestro país -y nuestra región- comprendió que de  la mano de la democracia es que se lograran las grandes conquistas  económicas y sociales.
 
 
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