jueves, 25 de noviembre de 2010

Cuando se apaga la luz, aparece El Estado



Yo conozco unas cuantas mujeres, muy pobres, que por alguna pelotudez, no cobran la Asignación Universal.
Conozco a varios hijos de puta, que les sobra la guita, y cobran la Asignación Universal.
Conozco a Nuevos Jubilados del Gobierno, esos que nunca aportaron un mago, que son unos reverendos soretes que siempre se patinaron la guita.
 Y algunos bastantes, que con esas monedas, se cagan de hambre.
 Son nuestros impuestos que van y vienen. Muchas veces manoseados. Menoscabados.
El nombre de un estado que no llega a donde debe. O llega como el culo.
Un Estado Improlijo, rotoso y roñoso.
Y es verdad.
Es una gran verdad.
Una soberana Verdad.
El Estado Improlijo. Rotoso. Roñoso.
Es Verdad.
Este estadito, pequeño, sucio, embrutecido empieza a levantarse.
Empieza a ser Estado.
Es la primera vez, quienes no hemos vivido al Peronismo, ni hemos visto el peronismo, que empezamos a enterarnos que el Estado existe.
Lo empezamos a ver, a padecer, a degustar.
Se llama Estado.
Aparece rotoso y roñoso.
Traído de los pelos.
Aparece arrastrándose.
 Pidiendo tiempo.
 Le vemos la mugre en todos los rincones, el olor a indigente y a bombero.
Algunos lo ayudamos, con dudas, a pararse.
Otros no pierden un instante en repartirse las lisonjas de los funebreros.
Nosotros, quienes creemos en el Estado, le vemos los ojos caídos.
Le vemos el hambre.
Rotoso. Roñoso. Impresentable.
Antes no lo puteabas como ahora, está claro. No lo veías. No te veía.
Por eso dale, pegale nomás. Ciudadano de cuarta. Fundado de nuevo. Pelotudo full time.
Pegale como quieras, con tu bruta ignorancia o con los asesores, de cuarta, de los Medios.
Estamos nosotros, quienes creemos, y quizás nuestro ombligo de tanto estirarse, termine mirándote a vos.
Guacho. Malparido.
Se llama Estado Nacional, (pero entre nos, le podes llamar argentino).

Ernesto Argañaraz (disponible en Facebook con su mismísimo seudónimo)

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