lunes, 1 de noviembre de 2010

Otra crónica

Venceremos (Los dolores que nos quedan son las luchas que nos faltan) - Darío Illanes
de Melina Sola, el El Domingo, 31 de octubre de 2010 a las 21:43

Confieso que hasta el miércoles pasado decía que profesaba un apoyo crítico al gobierno kirchnerista.

El hecho de trabajar en un diario abiertamente opositor al (potentemente bella y tierna es para mi la expresión que pretenden descalificadora) “matrimonio gubernamental”, cuya línea editorial pertenece en gran medida al senador Juan Carlos Romero, ex candidato a vicepresidente de Carlos Saúl Menem en las elecciones de 2003, hacían que considerase prudente callar mis opiniones y sentimientos.

Además, ante la abrumadora mayoría de jefes y compañeros pensando, diciendo y escribiendo que Cristina y Néstor Kirchner representaban “lo mismo” que la dictadura o Menem, me pareció oportuno disimular mis valores y convicciones.

El miércoles 27 de octubre de 2010, alrededor de las 10, estaba en mi lugar de trabajo cuando una compañera exclamó “Murió Néstor Kirchner”. Dudé de la inaudita información; me acerqué hasta los televisores que hay en la redacción. Confirmé la brutal noticia.

Me saltaron las lágrimas. En el mismo momento escuché a mis espaldas la voz del editor “este es un gran día; al fin el diario va a publicar una buena noticia”.

En ese momento recordé instantáneamente el exilio obligado de la ciudad de Córdoba a las afueras de Cosquín luego de la desaparición de mi primo, el allanamiento ilegal de mi casa en Alta Córdoba, los FAL apuntando a mi mamá, a mis hermanos, a mi hermanita de tres años, las patadas a mi viejo y su detención clandestina durante una semana. Recordé el exilio económico que sufrieron mis viejos, luego que mi padre fuera echado de los Ferrocarriles Argentinos, arrojado del sistema, merced a la decisión de Menem de privatizar los bienes nacionales. Recordé la ilusión y la decepción con Raúl Alfonsín. Recordé cuando una amiga de Suiza me ofreció irme del país, junto a mi familia, en abril de 2002, y como dudamos junto a mi esposa hasta que decidimos quedarnos y descuidar a los niños para trabajar los dos. Recordé como un año después de la asunción de Néstor parecía increíble que estuviésemos en otra Argentina, y cuando cuatro años después recibimos la casa propia, con fondos nacionales. Recordé que mi sueldo había aumentado por decisiones de Néstor.

No pude ni puedo aún entender el festejo de la muerte. No se bien de donde saqué serenidad para irme callado hasta mi escritorio. Ese día trabajé, devastado.

Confieso que hoy, a diferencia de hace tres días, me proclamo absolutamente Kirchnerista. Estoy convencido, intelectual y emocionalmente, que el gobierno kirchnerista es lo mejor que tuvo la Patria luego de Juan Domingo Perón. Creo que la compañera Cristina superará esa gloriosa etapa. Temo y me preparo para lo peor que harán los gorilas, cipayos, traidores y estúpidos para impedir el avance del gobierno nacional y popular.

Creo que venceremos.



La desolación, el infierno, la esperanza



Ahora lo digo, y perdón pido por antes haber sido tibio, comprendo con la muerte la diferencia entre la desolación y la esperanza.

Néstor Kirchner apareció como un desconocido gobernador de Santa Cruz, candidateado por el entonces presidente Eduardo Duhalde, luego que Reutemann y otros justicialistas le escaparon a la papa caliente que significaba ser candidato contra Menem y con un país en el infierno y el pueblo pidiendo que se vayan todos.

Menem y Romero no se animaron a ir al ballotage y con un 22 % de apoyo Néstor fue presidente. El “pingüino”, “Lupo” o Lupín” dijo que la tasa de desocupación, el número de desocupados, era más alto que los votos recibidos.

Y comenzó su gobierno débil juntando poder, reuniendo a no peronistas, y convenciendo a peronistas desconfiados, por ejemplo de la CGT , con la creación de empleo, la derogación de las normas flexibilizadoras, la recuperación del salario a través de las paritarias, la fijación del salario mínimo vital y móvil más alto de Latinoamérica, la actualización de las jubilaciones con movilidad, la incorporación de millones de jubilados al sistema, la jubilación para las amas de casa y el personal doméstico.

También definió con contundencia una política firme en defensa de los Derechos Humanos por la Verdad la Memoria y la Justicia , la integración Latinoamericana y la independencia de la Argentina frente a los organismos financieros internacionales con una política de desendeudamiento y de no endeudamiento. Nos liberó del FMI.

Le devolvió sentido a la política. Recuperó el orgullo de ser argentinos. El comienzo de una Patria Justa, Libre y Soberana. Estableció una política de derechos humanos, derogando las leyes de Alfonsín y Menem, que se hizo política de Estado reconocida en el mundo. Depuró las fuerzas armadas y estableció una Corte Suprema independiente.

Realizó actos simbólicos que aniquilaron las imágenes del infierno vivido: ordenó, al jefe del Ejército que descolgara los retratos de los dictadores en el Colegio Militar, y recuperó para el pueblo civil los centros clandestinos de detención, empezando por la emblemática ESMA. Y se enfrentó a George Bush, para rechazar el ALCA, el tratado de libre comercio con Estados Unidos. ¿Se imaginan si el país y el resto de Latinoamérica se hubieran sumado? ¿Dónde estaríamos ahora luego de la crisis norteamericano y los millones sin trabajo ni casa y los bancos quebrados? ¿Será mucho decir que el bizco feo fue un visionario?

Cambió el paradigma que decía que los números del país debían ser dirigidos por un economista. Los condujo él, tan bien que la CEPAL afirmó que por primera vez en 500 años la región crecía sin aumentar las desigualdades y que la creación de empleo estaba liderada por la Argentina.

Néstor recibió críticas a cada paso luego de no transar con los poderes. Autoritario le dijeron los autoritarios y resentidos perdedores. Estatista los neoliberales. Demagogo los que se limpian las manos tras dar la mano a un obrero o pobre. Néstor siguió adelante, incluso con la frente partida por un camarazo involuntario por romper, como siempre, con el protocolo. Las críticas llegaron incluso a su aspecto físico: le dijeron feo, bizco, desaliñado, impresentable por usar saco cruzado fuera de moda y mocasines. Y por ser estéticamente fuera de onda le dijeron cornudo, por tener al lado una mujer linda. Y débil por escuchar a su compañera y esposa Cristina. Hasta antes de su muerte se dijo lo contrario: que la pobre descerebrada no hacía nada sino recibía órdenes de su esposo. Por eso, con el cadáver aun tibio, los imbéciles la compararon a Isabel Martínez de Perón. El país volvía, según estos canallas, a 1974. Algunos opas fueron a llenar los tanques de sus 4 x 4. Cualquier comparación con los patéticos piquetes de potentes camionetas es real. Cómo lo dijo un desconocido ciudadano productor agropecuario que llegó frente al cajón mortuorio y exclamó espontáneamente, “hasta el momento no hay sola hectárea rematada en el campo”. Sus palabras conmovieron a Cristina que, llorando, rompiendo el protocolo, se acercó a abrazarlo para llorar juntos.

Sería larguísimo enumerar los momentos como estos, como la el changuito, el pibe que debe tener 13 o 14 años y lloró desconsoladamente ante el féretro. Me imagino que él debe ser un chico que ahora puede comer, como sus padres, y estudiar gracias a la Asignación Universal. La misma que los gorilas, ignorantes, fascistas, afirman que es para que los “vagos” no trabajen.

Rebelde, como buen militante. Tal vez por eso, por transgresor y “políticamente incorrecto” fueron lo fueron a llorar y aplaudir los jóvenes.

Tan incorrecto que demostró en vida la unidad vital entre política y amor. Y viceversa.

Adhiero a Roberto Caballero, director de la revista Veintitrés, que escribió en estos días:

“Mi tesis es que Kirchner murió y nació el kirchnerismo. Resulta difícil describir qué es, precisamente, eso del kirchnerismo. ¿Es Moyano? ¿Es Hebe? ¿Son los intelectuales de Carta Abierta? ¿Son Pablo Echarri y Florencia Peña? ¿Es la CTA de Yasky y Milagro Sala? ¿Es Sabbatella? ¿Son los invitados de 6,7,8? ¿Es Heller? ¿Son los intendentes del Conurbano? ¿Es Larroque y La Cámpora ? ¿Son D’Elía y el Chino Navarro? ¿Es Moreno? ¿Es Taiana, que renunció hace poquito para volver recargado? ¿Son los setentistas, muchos de ellos víctimas de la represión, la cárcel y el exilio, que ahora caminan por la Rosada sin miedo? ¿Son las multitudes de las barriadas que ayer reventaron la Plaza de Mayo? ¿Los pibes que reciben la Asignación Universal por Hijo? ¿Es Carlotto? ¿Son los viejos desocupados que consiguieron trabajo? ¿Son los millones de hinchas que ahora pueden ver fútbol gratis? ¿Los jubilados que ingresaron en el sistema? ¿Los que trabajan en cooperativas de los municipios? ¿Los gays, lesbianas y trans que ahora se pueden casar con libreta? ¿Es la militancia juvenil sub-20, que asoma entusiasta en el MPR, en el Movimiento Evita y en la Juventud Sindical de Facundo Moyano? Es, sin duda, todo eso. Pero todo eso es, en sí mismo, un universo plural desarticulado, donde algunos se definen abiertamente como kirchneristas y otros jamás lo harían. Y, sin embargo, toda esa gente reconoce −en mayor o menor medida, con mayor o menor generosidad− que Néstor primero y Cristina después les permitieron soñar con un país que los tenga en cuenta”.

Agrego: Fernando Lugo enfermo de cáncer desobeciendo a sus médicos para abrazar a Cristina; Lula llorando y diciendo que despide a un estadista mundial; Piñéra y Santos, de la derecha, saludando a la presidenta, agradecidos los dos por el poder que les significa Latinoamerica unida; Correa emocionado ante el matrimonio que se jugó para luchar por su presidencia; Evo y Mugica dando el abrazo tierno de pueblos que le deben en gran parte a Kirchner sus gobiernos. Y Chávez, el “demonio” venezolano. Uno más de la familia. Unidad latinoamericana impensable hace diez años.



Lo que existe

Este humilde y desgarrado análisis, el cuál carece de rigor científico y detenimiento, parte de lo fue y existe.

Quisiera que no haya más pobres ni desocupación ni pobreza cultural. Hay muchos que no quieren este gobierno y buscan lo mismo.

Queda muchísimo por hacer.

La diferencia con respecto a diez años atrás es que un gobierno popular y nacional comenzó a construir otra realidad.

Y millones de jóvenes, llorando y cantando, y pobres y humildes trabajadores, peronistas e independientes como yo demostramos que la lucha por la “nueva y gloriosa nación”, mi Patria, se llevará a cabo y no hay vuelta atrás.



Dario Alberto Illanes

Salta.

30 de Octubre de 2010


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